sábado, 3 de febrero de 2018

Puigdemont en Waterloo, Junqueras en Estremera



Puigdemont y Junqueras caracterizados "El gordo y el flaco"
Hace más de 200 años Napoleón abandonó su exilio en la isla de Elba para plantear la que sería su última batalla, tras la cual se entregó a los ingleses, meses después de abdicar, siendo desterrado a la isla de Santa Elena, donde años después falleció.
Waterloo ha sido el sitio escogido por Puigdemont tras varios meses exiliado en Bruselas, con la complacencia de la justicia belga, que desoyendo todos los acuerdos y tratados de la Unión Europea, ha dado asilo a un prófugo de la justicia de otro país europeo.
Esta semana hemos conocido también el estado anímico de Carles Puigdemont, más allá de las pantallas de televisión, de las ruedas de prensa o de las conferencias. En una serie de mensajes, Puigdemont decía a Toni Comín (ERC):
-"Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí. Vosotros seréis consellers (espero y deseo), pero yo ya estoy sacrificado tal y como sugería Tardà"
-"El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que sea verdad y que gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no el ridículo es histórico, histórico".
Mensajes que fueron conocidos a través del programa de Ana Rosa Quintana en Tele5.
Su respuesta no se hizo esperar y desde Twitter nos decía:



La verdad es que, a diferencia de Napoleón, Puigdemont no va a dar su última batalla desde Waterloo, sino que se ha rendido a la realidad en Waterloo.
Ahora solo queda por saber cuanto tiempo transcurrirá para que vuelva a España y se enfrente a la responsabilidad tan grave a la que le llevaron sus desmanes, al saltarse todas las leyes y reglas que en un estado democrático rigen la convivencia. Que hace más flagrante con su huida a Bélgica junto con otros cinco ex-consejeros, mientras entraban en prisión Oriol Junqueras y ocho ex-consejeros. Dos actitudes contrapuestas. Mientras unos ponían tierra de por medio, otros afrontaban su responsabilidad.
Gran diferencia entre unos y otros, aunque ni los unos ni los otros midieron bien las fuerzas y sobre todo no valoraron bien la capacidad de Mariano Rajoy para que sus adversarios se “estrangulen” solos. En esta ocasión ha valido aplicar un 155 "ligth", convocar unas elecciones precipitadas, dejar que se peguen entre ellos y no hacer nada más mientras tanto, para que se precipite el fin de “el procés”.
Ni Napoleón en sus mejores tiempos.

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