sábado, 10 de septiembre de 2016

Amancio Ortega, de emprendedor a Tio Gilito


Amancio Ortega, fundador de Inditex
El pasado miércoles día 7 Amancio Ortega (León, 1936) se convertía otra vez en el hombre más rico del mundo. La revista Forbes lo situaba por delante de Bill Gates, dueño de Microsoft. Este ranking fluctúa en función del valor en bolsa de las cotizaciones, siendo en estos momentos la segunda fortuna con casi 70.000 millones de euros (casi 12 billones de las antiguas pesetas). Una fortuna simplemente descomunal. Cierto es que son valoraciones ligadas a algo tan volátil como la bolsa y que por tanto están alejadas del verdadero valor o precio que se pudiera realmente pagar por ello. Aunque el caso de Inditex tiene más base que el de una empresa tecnológica, por ejemplo, que hoy vale miles de millones y pasado mañana nada. Pero aún así las cifras que manejamos siguen siendo unas cifras desorbitadas. Lo que me lleva a considerar que Amancio Ortega es como el Tio Gilito. Sin que ello sea menoscabo de su trabajo, constancia y eficacia.
Un gran emprendedor que con el tiempo se convirtió en un gran atesorador, que me hace recordar aquellas palabras de Jesús de Nazaret al joven rico que quería saber que hacer para alcanzar la vida eterna: "Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme
¿Le movería la envidia a Jesús de Nazaret? 
No, es que es imposible, materialmente hablando, amasar una gran fortuna si no es en detrimento de otros. Es decir, si el pecado no es el medio. Si la pobreza y la escasez de miles de seres humanos no se manifiestan, como resultado del atesoramiento.

 

Amancio Ortega es el único español que figura entre los 5 primeros de esta conocida lista desde hace unos años. Propietario mayoritario de Inditex, un verdadero conglomerado empresarial repartido por todo el mundo que da empleo a 152.854 personas según el informe financiero que muestra en su web, informe anual 2015 (144.349 personas según el informe anual del grupo consolidado depositado en la CNMV). De los cuales en España hay 46.109, estando repartidos el resto por Europa (69.556), America (18.060) y Asía -resto del mundo (19.129). Con unos gastos de personal de 3.335,25 millones de euros, nos da un coste medio de la plantilla de 21.819 €/persona x año. Las ventas según el referido informe alcanza la cifra de 20.900 millones de euros-19,1% en España y 80,8 % en el exterior-que arrojan un beneficio neto de 2.882 millones.
Ahora bien, si miramos los datos del informe anual individual de 2015, es decir de la matriz, depositado en la CNMV, emplea a 1.524 personas con unos gastos de personal de 169,21 millones, lo que supone un coste medio de 111.032 €/persona x año. Las ventas según este informe oficial son de 7.920,73 millones (37,9% del total) con un beneficio neto de 1.920 millones (66,6% sobre el global).
En 1999 los fondos propios de la matriz ascendían a 411,1 millones de euros y en el informe anual de 2015 a 3.374,7 millones. Siendo en 2015 de 11.775,3 millones los fondos propios del grupo consolidado. Lo cual nos da un ROE (por sus iniciales en inglés, Return on equity) de 56,9% para la matriz (17,7% en 1999) y del 24,5 % en el grupo consolidado. Cifras que no están nada mal.
Evolución de la acción de Inditex 2001-2016
El 23 de mayo de 2001, Inditex comenzó a cotizar en la Bolsa española a un precio de 2,752 euros, cerrando hoy a un precio de 32,255 euros. Más de un 1.000% en 15 años. Siendo su valor o capitalización bursátil de más de 100.000 millones de euros. Con un beneficio neto por acción de 0,92 euros implica pagar 34,9 veces beneficio. La distribución de las acciones es la siguiente:
Inversores particulares: 1,41 %, Inversores institucionales: 39,24 %, Partler 2006 S.L.: 9,28 % y Gartler S.L.50,01 %. Siendo estas dos últimas compañías con las que Amancio Ortega controla el grupo Inditex.
El dividendo repartido a lo largo de 2015 fue de 0,60 euros brutos, lo que reportó a su máximo accionista 1.110,4 millones de euros.
Son cifras todas mareantes, que si no hubiéramos adoptado el euro como moneda, sería casi imposible de asimilar.
Una empresa sin deuda significativa, con alto nivel de tesorería, que cuenta con más de 7.000 tiendas repartidas por el mundo en las ciudades más importantes.
Pero que sin la deslocalización de sus fábricas y proveedores, difícilmente estos números hubieran tenido una evolución así. Es cierto que da empleo en países que lo necesitan mucho, donde los salarios están muy alejados de los países donde tiene las tiendas para vender sus productos, siempre grandes ciudades con cierto nivel adquisitivo. Que gracias a ello los trabajadores de esos países encuentran un modo digno de ganarse la vida, pero ese gran diferencial que se produce entre el coste del producto y su precio de venta, aunque siga siendo muy competitivo y de gran aceptación por el público, ni repercute en un mejor salario, que debería, ni tampoco en un menor precio, va directamente al beneficio empresarial y a seguir creciendo.
Y no es solo Inditex, son muchas empresas multinacionales de diverso tipo las que siguen ya esta práctica. El “made in USA, made in UK o made in Spain”, ha dado paso al "made in China o made in India", en lo que puede llevar a un empobrecimiento de las sociedades que ven como el trabajo se va a otros lugares.
Tio Gilito disfrutando de su fortuna
Este empobrecimiento, con el tiempo, puede llegar a establecer una devaluación del factor trabajo, como ya estamos empezando a percibir. Salarios a la baja, demanda de empleo muy superior a la oferta, condiciones más precarias y más desfavorables. Mientras, la población con elevado patrimonio se ha incrementado desde 2008 en España, un 40% más, según el Informe Anual de la Riqueza en el Mundo 2015, publicado por Capgemini y RBC Wealth Management.
Y es que algo no funciona. Estamos a las puertas de un deterioro notable del nivel de vida para las generaciones que ya están pidiendo paso. La globalización, las nuevas tecnologías, que deberían de servir para un mejor equilibrio y una mejor, más justa, distribución de la riqueza, está sirviendo para lo contrario, un mayor desequilibrio y peor distribución de la riqueza. Donde, insisto, el factor trabajo es el único que verdaderamente crea riqueza, el problema es que no se retribuye en consonancia con el valor aportado.
Hay que encontrar un equilibrio entre el beneficio legítimo del emprendedor y la retribución al trabajo.

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