domingo, 5 de mayo de 2013

El gran pacto


Firmantes de "Los Pactos de La Moncloa" 1977
La actual situación política, económica y social, requiere de un gran esfuerzo por parte de todos. Pero sobre todo de la clase política. Esa misma, que con sus actitudes egoístas y muy poco ejemplares nos ha conducido a esta situación.

Diversos medios de comunicación, están requiriendo de un gran pacto de los principales partidos políticos, al modo y manera de aquellos “Pactos de La Moncloa” que supusieron un punto de partida e inflexión en el devenir de los españoles.

Algunas voces, siempre díscolas, ya están poniendo “palos en las ruedas” ante este planteamiento, tan lógico como necesario. Su trabajo principal es fomentar la división de la sociedad española. Y para ello desde alguna tertulia televisiva o desde algún panfleto periodístico, lanzan su mensaje de descalificación de otros partidos políticos que no sea el suyo.

Por tanto, la primera medida del gran pacto debería de ser poner un bozal a estos indeseables de la sociedad española, que desde su privilegiada, interesada y remunerada posición, sólo fomentan la división y el enfrentamiento de la sociedad española.

D. Juan Carlos I, rey de España
Solventado este primer inconveniente, el rey, como árbitro y moderador de nuestras instituciones, debería de sentar a los diversos poderes fácticos y ponerles de acuerdo, en algo tan sencillo como es establecer medidas consensuadas de relanzamiento del empleo y en consecuencia de la economía. Algo que se basa principalmente en restablecer la confianza, acercando posiciones contrapuestas. Todos saldremos ganando.

Esta labor del rey, que puede parecer una intromisión, no es nada más que una necesidad perentoria. De lo contrario vamos a ninguna parte.

Si el actual gobierno, sigue en su “política del avestruz” sin reconocer el resultado de la realidad de sus medidas, cuya objetividad está en los propios datos conocidos. Si la oposición, quiere aprovechar, como antes hizo el actual gobierno, la mala situación como potencial plataforma de su vuelta al poder. Si los empresarios, ante la brutal reforma laboral habida, no abren un poco la mano a la contratación estable, aun en detrimento del beneficio. Algo que sería temporal. Si los sindicatos se enrocan en la situación actual y no ceden en sus reivindicaciones a cambio de la creación neta de empleo. Si los medios de comunicación no ponen de su parte en la busqueda de la concordia y del optimismo ante el futuro. Entonces si podríamos decir que estamos perdidos.

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