La batalla del empleo

“Cada vez perdemos menos soldados en la batalla. Las bajas registradas este mes, son inferiores a las del mes pasado y también  a las del mismo mes del año pasado. Todo un éxito”

Gráfico estadístico (SEPE)

Este podría ser el texto del parte dado por el general jefe de infantería. Su deber es animar a los soldados, aunque de seguir así,  con tal goteo de bajas, puede llegar el día que se quede sin soldados.

El último parte mensual de bajas es otra vez tremendo. Son 59.444 nuevos casos registrados en las oficinas de empleo. Lo cual hace superar por primera vez la cifra de cinco millones de desempleados demandantes de empleo. Pronto se cumplirá un año de la entrada en vigor de la 2ª reforma laboral y nada. El Índice de confianza del consumidor, también cae cinco puntos según el último sondeo del C.I.S. No hay un solo dato objetivo que avale o indicie, el acierto de la gestión desarrollada, hace más de un año.

Aquel titular que decía: “Cuando yo gobierne bajará el paro” es uno de los faroles más gordos que he oído yo en mi vida. Y también el ridículo más espantoso  que puede hacer una persona, que sobrestimando sus capacidades y despreciando otros factores, ha conseguido registrar en un año casi 800 mil desempleados más. Pero "seguiremos con las reformas", es su lema.



Juan Rosell, entrevistado por Jordi Évole

Ayer tuvimos oportunidad de escuchar y ver, al presidente de la C.E.O.E. Algunas de las cosas que dijo, no tienen desperdicio. Pidió adecuar el impuesto de Sociedades, no a los niveles de Irlanda, pero si a la media europea. De los costes laborales, no dijo lo mismo. Apoyó la deslocalización de empresas como algo lógico, sin tener en cuenta que esa deslocalización buscando costes más bajos, luego pretende vender sus productos en nuestro país. Nos dijo que el 43% de las empresas dan perdidas, omitiendo que eso es habitual en épocas de crecimiento y “boom”. Y ya por último también mostró su preocupación por el comportamiento de algunas empresas. ¿No es todo esto motivo de reflexión?

Yo creo que a estas alturas, con lo que hemos visto, con lo que estamos viendo y para evitar seguir viendo más de lo mismo o peor, la mejor reforma que podría hacer es la de él mismo. Reformarse y convertirse en un ciudadano más de a pie y dejar a otros y otras, más capacitados, menos desgastados  y sobre todo con menos lastre, para que desde la serenidad, la reflexión y el conocimiento, aborden la tarea de gobierno, insuflando  a los ciudadanos esa esperanza e ilusión necesaria y haciendo de verdad las cosas como “Dios manda”. 

Los soldados nos merecemos otro general.