lunes, 28 de marzo de 2011

¿Rescate o secuestro?

Tras los últimos acontecimientos en Portugal, parece que la intervención por parte de la Unión Europea es inmediata. El tan temido rescate se va haciendo paso, al igual que ocurriera en Grecia e Irlanda. Hasta el momento estos dos rescates, no han significado nada positivamente tangible ni esperanzador para estos países. Sus tipos de interés de la deuda pública siguen altos, la economía deprimida y sin atisbos de recuperación. Por lo que tenemos que convenir que, más que un rescate se trata de un secuestro, al dejar sin ninguna posibilidad de encontrar “per se” una solución.

Curiosamente, estas intervenciones se producen después de una rebaja del “rating” de su deuda soberana, decidido por esas agencias de calificación que en 2007 daban la máxima calificación a los productos estructurados de las hipotecas subprime, desencadenantes de la crisis económica más grande de los últimos 75 años, que ha propiciado las mayores inyecciones de liquidez, nunca vistas, por parte de los bancos centrales. ¿Dónde ha ido tanto dinero?
Algo pues, está fallando. No han funcionado los dos rescates previos. La liquidez del sistema está en máximos con tipos de interés en mínimos. Y seguimos igual.
Si además observamos la cotización del euro-dólar, esta se encuentra en una figura alcista por encima de los 1,40 dólares por euro, lo cual contradice aún más la teórica debilidad del euro frente al dólar, que llegó a cotizar en 1,19 tras la tormenta de deuda del pasado mes de Mayo. Recuperando un 20%. ¡Sí, un 20%! que se ha apreciado el euro frente al dólar. Y con los índices bursátiles en busca de nuevos máximos.
Tengo que al final concluir, que esto del euro ha sido un engaño superlativo para muchas de las llamadas economías occidentales. Primero, porque supuso un incremento velado de los precios, como nunca se había visto. Segundo, porque no sirve para nada tener una moneda fuerte, cuando a las primeras de cambio te rescatan, hundiéndote más. Y tercero, porque está beneficiando a las economías más fuertes en detrimento de las más débiles.
Lo peor de todo, que nuestra integración ya no tiene marcha atrás.

domingo, 13 de marzo de 2011

Fallos imperdonables de nuestro sistema de Estado

Las listas cerradas, impiden votar directamente a quién realmente trabaja o puede trabajar por la circunscripción que representa. Deja en manos del partido el sentido del voto en todas las iniciativas parlamentarias.
Los representantes “elegidos” deben su escaño al aparato del partido e impide que aporten su particular opinión de cualquier asunto, empobreciendo el debate parlamentario y consecuentemente la iniciativa legislativa.
El sistema D'Hondt aplicado por circunscripciones, que prima a las mayorías en perjuicio de las minorías. Distorsionando la iniciativa, la opinión y el voto, en aras de una mejor gobernabilidad. Dando como resultado unas instituciones – Congreso y Senado - que resultan ser más un decorado que unas cámaras legislativas, donde la opinión de los ciudadanos brilla por su ausencia desde el día de las elecciones.

La financiación de los partidos, nunca resuelta hasta ahora, que da alas y cobertura a la corrupción y cruce de intereses entre los poderes fácticos y los poderes constituidos legalmente.

La falta de vocación de muchos de nuestros políticos, que sólo ven en la política una forma de beneficiarse personalmente, sin el más mínimo sentido de lo que es el interés general.

El reflejo de la “partitocracia” en otras instituciones u organismos que pasan a ser meros comparsas de la mayoría que gobierna: Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Supremo, Tribunal Constitucional, Banco de España, Consejo de Estado, TV, Defensor del Pueblo y tantas otras.

Y por último, la inanidad del Senado, cámara sin contenido ni continente.

Si corrigiéramos estas cuestiones, con verdadera voluntad de mejora y mirásemos con más aplicación lo bueno de otras democracias occidentales, mejoraríamos notablemente nuestro sistema de estado, acercándonos más al ideal de democracia, que como todos sabemos no es otra cosa que el gobierno del pueblo.

domingo, 6 de marzo de 2011

“Soy hijo de….”

Competitividad, productividad, plan de carrera, formación, salarios, inflación, convenio…¿Cuántas veces hemos oído estas palabras para justificar la política salarial y de contratación de nuestras empresas?

Yo, como ya he advertido en otros “post”, creo que el problema de nuestra falta de competitividad, baja productividad y bajos salarios, tiene más que ver con otros factores ya comentados, entre los que hoy también destacaría la política de RR.HH. de muchas empresas españolas, donde el ser “hijo de” o “sobrino de” o “yerno de” o “amigo de”, resulta ser el mérito más adecuado y eficiente para acceder a la empresa y progresar en ella. Esto, que aparentemente tiene una lógica y humana explicación, resulta ser en verdad contraproducente, perjudicial e injusto.
Contraproducente, por qué hace imperfecto el mercado laboral. Perjudicial por que el recomendado no va a sentir la presión necesaria para su buen rendimiento. Injusto por que cierra las puertas a personas, potencialmente más válidas, que no tienen ese contacto.
No hace mucho tiempo, leí en las páginas de un suplemento dominical de ABC, una entrevista con Antonio Garrigues Walker, en la que decía que su conocido y prestigioso despacho de abogados, no contrataba familiares de los trabajadores, por qué ello podía impedir la contratación de personas potencialmente más valiosas, laboralmente hablando. De verdad que me impactó, esta declaración.
Conozco alguna empresa, donde el padre ha metido a todos sus hijos, algún sobrino y hasta amigos e hijos de amigos. Sin más méritos diferenciales, que la relación con el empleador.
Si en muchas empresas se hace lo mismo, el mercado laboral de la oferta se estrecha, se vuelve incompetente e imperfecto. La reacción a ello, es la de querer todos hacer lo mismo, para proteger a nuestros allegados de ese mercado injusto, extendiéndose esta práctica como mancha de aceite y ensuciando todo.
La mejor prueba de ello, la podemos ver en las empresas familiares, que crea el abuelo, gestionan mal los hijos y hunden los nietos.
Así vemos, como en televisión, "los hijos de" suceden a sus padres, en el mundo de la canción, del cine, del periodismo..etc. Sólo no ocurre en el deporte, donde para meter goles, canastas, batir marcas o ganar pruebas, se necesitan unas cualidades que no sólo no se heredan, sino que necesitan trabajo y aplicación. Como no parece que ocurre en el resto de las profesiones, oficios o actividades.
Por último, una anécdota que me ocurrió al conocer a unas de estas personas, en la que al presentarnos, me dijo:

-¡Hola! soy “fulano de tal”, ¿no te suena?

-¡Ah pues no!

-¡Sí hombre!.. soy “hijo de”.

-¡Ah, coño! Como te pareces.