domingo, 9 de marzo de 2014

Europa, un proyecto imposible



Estados de La Unión Europea
Hace casi 2 años, en plena crisis de la moneda única, con diversos países ´rescatados´ y algún otro amenazado con ser ´rescatado´, escribí un artículo «El euro o"la casa por el tejado"», en el que manifestaba las carencias que el proyecto tenía.

Hoy, dos años después y a la vista de los acontecimientos acaecidos, con la crisis aparentemente aletargada que no superada, creo más. Creo que la Unión Europea es un proyecto inviable. Solo se mantiene de forma artificial y en base a los intereses de unos políticos, que lejos de responder al resultado obtenido, siguen empeñados en querer alcanzar un objetivo que se antoja imposible. Porque imposible es someter a una política única, una serie de países de naturaleza e idiosincrasia muy diferentes, desarrolladas a lo largo de los siglos. Donde el idioma es su máxima expresión. ¿Y si no hay comunicación directa y continua, puede haber comprensión y unión?

Si por ejemplo el tiempo, 12 años, que se ha dedicado a consolidar la moneda única -el euro- se hubiera empleado en construir la unión política y desarrollarla, muy probablemente se hubiera desechado ya la idea, o se seguiría buscando el modelo.

La puesta en marcha del euro, lejos de ser el camino de la convergencia, se ha constituido en el camino de la dictadura monetaria y el acento de esas insalvables diferencias.

Al perder muchos países la capacidad de devaluación de su moneda y el consiguiente ajuste económico con el exterior, se ha impuesto la devaluación de su economía global. Salarios a la baja y precios al alza, han empobrecido su economía. España es un claro ejemplo. Ahora vemos como se pierde aquella convergencia que nos situaba entre los primeros países de la UE y que nos llevaba a superar a Italia o Francia en “renta per capita”.

Ángela Merkel y Mariano Rajoy
En nuestro caso sí es cierto que durante unos años, las ayudas recibidas - directas y vía préstamo - nos permitieron avanzar muy deprisa en la modernización del país. Pero ahora estamos pagando un precio muy alto por esa rápida transformación. Con cerca de un billón de euros de deuda pública y más de dos billones de deuda privada, nuestra capacidad de crecimiento real en los próximos años es nula, por no decir negativa. Todo nuestro esfuerzo se verá diluido en el pago de los intereses de la deuda, que no en su amortización. Nuestras cuentas públicas siguen acumulando déficit y esa es la “prueba del algodón”.

“Ahora, hay que hacer los cimientos con la estructura ya ejecutada, para impedir que esta se hunda. Un trabajo de especialistas, no de aficionados.” Era mi resumen de aquel artículo. Y lejos de tener especialistas, empeñados en la consecución de los objetivos, tenemos aficionados dedicados a sus políticas internas, electoralistas siempre, cuyo trabajo en Europa va dirigido a sus electores y simpatizantes. La construcción de Europa no es su cometido. Solo han convertido Europa, en un altavoz para sus intereses más domésticos.

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